Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (21/08/1962)
Nueva York 21 de agosto 1962.
Mi querido Ricardo:
Apenas regreso a Nueva York, te escribo, porque tengo ganas
de comunicar contigo. Ignoro si en estos momentos te encontrarás ahí, en
Austin, pero por si acaso, ahí te escribo, con el ruego de que tan pronto como
recibas mi carta des señales de vida.
El viaje ha sido excelente, sin otro contratiempo que la
enfermedad de una cuñada mia, que nos aflige sobre todo por las repercusiones
emocionales en mi hermano. Fuera de eso, todo el resto ha sido estupendo. En
Buenos Aires vi bastante gente, de mis viejos amigos, y durante aquellos días
que allí estuve salió mi nueva novela, que por fin se llama El fondo del vaso, y de la cual te envié
enseguida el ejemplar correspondiente. Supongo que ya lo habrás recibido para
estas fechas. Entre otras cosas, hice una grabación antológica de cosas mias
(fiction) que ahora debe de estar pasándose por la Radio Municipal a razón de
cinco minutos diarios en un programa de un mes. Y saldrá, o habrá salido ya en
estos dias, la nueva edición popular de La
cabeza del cordero, de la que te enviaré ejemplar tan pronto como los
tenga.
En Brasil, en cambio, me he reducido casi a ‘fare il
turista’, que bien vale la pena. En fin, hemos paseado, descansado; vuelto a
pasear; visto cosas (entre otras, Brasilia, sobre la cual tengo compromiso de
escribir algo); sacado fotos, no todas malas, y disfrutado de esa ciudad única
(ciudad sin fósforos, como escribía un traductor de las UN interpretando
‘matchless’) hasta agotar los dólares disponibles, cosa que siempre acontece
antes de lo previsto.
Al regreso, y entre los papeles que encuentro, está el
programa mimeografiado de Rutgers donde veo anunciado a I. M. Gil, con alegría
inmensa por mi parte. Dime cuando llega, y si estás en contacto con él dale mi
dirección de Nueva York para que me busque tan pronto como haya llegado, pues
tengo mucha impaciencia por confirmar personalmente la buena amistad que con él
me une a la distancia, y creo que le será útil conversar de todo antes de que
se ponga a trabajar en sus clases.
Otra cosa que he encontrado es el número unamuniano de La
Torre, que me parece estupendo. No lo he leido, claro está, pero sí tu trabajo,
que me parece soberbio. Realmente, cada cosa que haces es mejor que la
anterior, que parecía insuperable. (A propósito de cosas tuyas: voy a poner
como lectura guía este semestre en Rutgers tu ‘Galdós’, pues a don Benito irá
dedicado el curso.)
Te digo que me han enviado un número de La Torre, y
no exagero. Si quiero cortar las hojas de mi ensayo para publicarlo en libro, como
haré más o menos pronto, no podré hacerlo, a menos que compre un ejemplar al
efecto. La gente de Puerto Rico persiste en su mutismo. A Jorge le escribí
antes del verano, contestando a unas propuestas semi-oficiales, y esta es la
hora que no me ha contestado. Carpio, ídem...
Dime, ¿no piensas darte una vuelta por aquí antes de que
empiece el curso? Supongo que sí. Dime tus planes. Tengo, como imaginarás,
mucha gana de que hablemos.
Escríbeme enseguida. Y recibe un gran abrazo de
Ayala.-