Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (28/02/1965)
28 de febrero de 1965
Mi querido Ricardo:
Aunque parezca mentira (pero ¿qué va a parecerte mentira, a
tí que también y tan bien conoces el paño de la madre patria que los parió?)
todavía no me han enviado los Cela un mísero ejemplar, para no hablar de los 10
prometidos y anunciados, de mi nueva obra maestra, El rapto, que sin embargo ha circulado tan ampliamente por el ruedo
ibérico como para que varios amigos me hayan escrito con alusiones a ella. Por
ende, no puedo mandarte el ejemplar que por clasificación te corresponde aun
dentro de la mezquina asignación que me consigna el fabricante. Quizás esperan
a que ingrese en la categoría de cadaver ilustre, como dices tú, siguiendo con
ello otros ejemplos, como el del pobre Salazar Chapela, que murió en Londres el
dia 19 después de operaciones y demás carnage. Una amiga suya, a quien yo no
conocía, me escribe piadosamente con la noticia, y me ha llenado de aflición [sic], apenas atenuada por las
aprensiones que ya tenía de que tan triste noticia podía ser inminente. iBueno!
Esa alergia a la pluma que se te ha desarrollado será prólogo
de un nuevo impulso, estoy seguro. Quizás te acordarás que yo tuve últimamente
la sensación de agotamiento literario; y siempre hay renuevos. Son, después de
todo, los altibajos de la producción intelectual. Lo asombroso es la fecundidad
que en ella has mostrado durante los últimos años, dentro de una calidad
invariablemente superior, que te ha conferido autoridad única. (Véase una
muestra en la nota adjunta del joven Ellis).
Cuando veas a Montesinos, dale mis cariñosos recuerdos. Es
de las personas con quien uno hubiera querido poder tener trato frecuente y
continuado, pero la vida, ya se sabe.
Sigue creciendo la ola de los salaries para profesores. Quizás
Manolo te tiene informado de lo que a él le concierne. A mí también me han
solicitado, con el consabido efecto de que me aumenten algo lo que aquí gano, y
todo sea por Dios. El baile continúa. En La Jolla reclutan no sólo profesores, sino
estudiantes (y entre aquéllos, han llamado al joven Guillén –a quien designan
aquí como Guillén de Castro para distinguirlo de su ilustre papá). Y entre
tanto, se producen episodios increibles, como la cabronada que en Columbia le
han hecho a Paco, ascendiendo por encima de su sueldo al joven Sobejano, a
quien él trajo no hace dos años, por el mero hecho de que en Hunter College le
hicieron una oferta... Por supuesto que tan pronto como él mismo exhiba una
carta, le aumentarán a su vez el sueldo; pero tú me dirás si no dan ganas de
vomitar.
Y nada más por hoy. Cuando reciba eso, te lo mandaré junto
con la separata de Papeles que
tampoco me han enviado aun. Dale mis saludos a Agnes, a quien escribiré pronto;
recíbelos tú de Nina, y de mi parte un gran abrazo
Ayala.-
[Nota adjunta de Keith Ellis:] P.D.
* I will
dedicate a copy to Profesor Gil as soon as I get them from Gredos.
Have you
had any comment from Ricardo Gullón on the book? I am especially interested in
his comments.
Keith