Carta de Francisco Ayala a Julián Calvo (19/02/1952)
19 de febrero de 1952.
Querido Julián Calvo:
Perdóneme el lapsus relativo a
su nombre de pila. Quizás dicté Joaquín, o quizás me entendió mal la
taquígrafa, y luego yo no me fijé. Pero no crea que me he propuesto fabricar un
producto sintético con ustedes.
En materia de poesía, yo ya no
sé lo que es bueno y lo que es sólo mediano; pero me gustaría, de todos modos,
que haya una respuesta y que ésta, sea cual fuere, pueda exhibírsele al autor.
Mil gracias por las direcciones
que me comunica; su eficiencia no se desmiente.
Respecto del libro de Serrano
Poncela –y comunique esto a Orfila–, ya él mismo me había comunicado su carta,
digo la de usted, que me parece, francamente, desdichada. Comprenderán ustedes
que, por ser director de un departamento y hallarse en condiciones de contratar
libros para la Universidad, no puede él comprometer a priori a la
institución en la adquisición de un libro personal suyo; lo cual no impide, por
supuesto, que una vez aparecido haya de tener aquí buena acogida. La alusión al
libro de Veblen no resulta, por lo tanto, demasiado oportuna desde ningún punto
de vista. Pero lo que ya me parece de todo punto incomprensible, después de
nuestras conversaciones y de haberle explicado yo muy bien a Orfila que el
negocio de librería tiene que estar netamente separado de todo lo relativo a la
universidad, es que ustedes, en carta a otro profesor, y al mismo tiempo que le
hacen aquella sugestión, mezclen todavía en el asunto mi plan de importación de
libros, haciendo un revoltijo del que sólo pueden derivarse disgustos para mí,
y ninguna ventaja para nadie. Quisiera rogarles, en bien de todos, la máxima
discreción y tacto en estas cuestiones, en las cuales resulta fácil para la
malicia ajena hacer interpretaciones incorrectas. Si ustedes me hubieran
consultado, en lugar de escribirle a él esa carta, yo les hubiera podido decir
que él se propone encargar la edición por cuenta de la universidad de una
antología, y que está en condiciones de ordenar pedidos; pero que no podría decorosamente
pedir a la universidad que compre una parte considerable de un libro suyo
inédito a fin de que le sea editado. Por otra parte, creo que estamos todos de
acuerdo en que el libro tendría éxito, y yo pondría la mano al fuego de que en
el peor de los casos sería un negocio editorial pasable, aunque estoy
convencido de que, habida cuenta de todos aquellos factores, resultaría en
definitiva excelente. Me parece que vale la pena reconsiderar la cuestión.
Pero, en todo caso, por favor, tengan cuidado en lo que escriben. La lectura de
su carta me produjo un verdadero disgusto.
Saludos muy cordiales a todos
nuestros amigos comunes, y en especial a Joaquín Díez-Canedo, y para usted un
fuerte abrazo de su buen amigo
Francisco Ayala.-