Carta de Francisco Ayala a Jaime Benítez (11/01/1965)
11 de enero de 1965
Mi querido Jaime:
Me llega su carta, al mismo tiempo que su Discurso de Salamanca, y
ambas cosas me traen mucha alegría; pues debo decirle que una de las efectivas
razones que me hacen añorar siempre Puerto Rico es esa familia Benítez donde
siempre hemos encontrado nosotros
amistad cordial y el placer raro de la conversación inteligente. Su carta ha
traido un efluvio de todo ello, y se lo agradezco.
Bueno, el discurso está muy bien, ¡cómo no! Y en cuanto a su
oportunidad, la creo indiscutible. Hay que forzar las puertas entreabiertas, y
uno de los modos más eficaces de hacerlo es hablando con toda naturalidad y
como matter of fact de aquello que,
para quien escucha, no lo es, o no se atreve a pensar que pueda serlo. Así se
establece un tono, que es más importante que pegar un grito. De ello todavía no
se han dado cuenta en España muchos jóvenes demasiado cucos, cuyas arrogancias
verbales (aunque sotto voce) no les
disculpan de desaprovechar las oportunidades reales que tienen para hablar en
serio.
Me alegro de que hayan releído a este clásico y les siga pareciendo
bien. Pero su mención de Panorama
como fuente me crea la sospecha de que, a lo mejor, no recibió o, más
probablemente, no vió el ejemplar del libro titulado De este mundo y el otro, que yo pedí le enviasen cuando se publicó
en Barcelona el año pasado. Ese libro, que por cierto se ha vendido muy bien en
España y que tiene mucha más dignidad tipográfica que el desdichado Panorama, empieza con el ensayo en
cuestión. Si no lo tiene por ahí, y –como sospecho– no lo ha visto, pídalo a la
librería de la UPR donde quizás lo tengan, pues en mi poder no hay sino un solo
ejemplar, y ése no muy cuidado.
De las batallas campales no sé mucho, aunque de vez en cuando llega
su fragor a mis oidos. Me alegro, pues, de recibir la información, siquiera
sumaria, que usted me ofrece en su carta y mediante el boletín universitario,
que he leido enseguida. Veremos lo que Dios en su providencia nos tiene
reservado a todos.
Y más no digo. Clases me esperan. Ojalá que cualquier día menos
pensado se presente(n) usted(es) por acá, y tengamos el placer de charlar
tranquilamente de todo.
Entre tanto, reciban nuestro cariño, y un abrazo de
Ayala.-