Carta de Francisco Ayala a Gonzalo Sobejano (20/09/1972)
20 de septiembre de 1972
Querido Gonzalo:
Ya vería, o sabría, que por fin no fui a Vigo. Aquel señor me
escribió diciéndome que no había conseguido subir un poco la asignación de que
disponía, y siendo así, hubiéramos tenido que cambiar nuestro pasaje de avión,
que era por tiempo limitado, pagando el doble, y hubiera resultado un negocio
pésimo. Decidimos en cambio, irnos a México Nina y yo para pasar veinte dias,
como en efecto lo hicimos. Allí nos aguardaba la triste sorpresa de la muerte
de Max Aub, a quien habían enterrado el dia antes de nuestra llegada. Imagínese
el cuadro de desolación que vinimos a hallar cuando fuimos a su casa. Después
de esto, y por lo demás, la estancia en México fue muy agradable. Y ahora,
vuelta a la rutina, al trabajo.
Recibirá, si no lo ha recibido ya, otro libro mio editado por
Seix Barral, Confrontaciones, compuesto
de interviews 'controladas' y autocríticas. Dígame qué impresión le hace.
Hace un par de años le aprobaron a una Sra. Wiseman, a quien
personalmente no conozco todavía, una tesis en la Universidad de Texas que
consiste en traducción de La cabeza del
cordero con un estudio general y cuatro estudios particulares antepuestos a
las novelitas correspondientes. Es un trabajo realmente muy bueno, al decir de
todos los que lo han leido y al parecer mio; pero esa mujer no tiene iniciativa
para conseguir publicarlo; y se me ocurre que, quizá en la university press de
esa universidad, si usted lo sugiere, pudieran darlo. Vea si hay perspectivas, en cuyo caso le haría remitir una copia.
Y no hay que decir cuánto se lo agradecería yo.
Otra cosa. Sé que Ricardo Benavides, profesor chileno ahora
en Bloomington, necesita encontrar otro puesto para el año entrante. Es hombre
inteligente y bien preparado, con varios trabajos sobre Unamuno y alguno sobre
cuestiones de alcance teórico, que me parecen muy estimables. Si sabe usted de
algo, tenga la bondad de decírmelo para que se lo comunique al interesado.
Y nada más. Saludos de nuestra parte a Helga, y un gran abrazo de
Francisco Ayala.-