- FECHA
- 03/11/1959
- REMITENTE
- Ilsa Barea
- DESTINATARIOS/AS
- Francisco Ayala
- DESTINO
- S.l.
- ORIGEN
- S.l.
- FICHA DESCRIPTIVA
[Carta mecanografiada con firma autógrafa]
- DEPÓSITO DEL ORIGINAL
- Fundación Francisco Ayala
Carta de Ilsa Barea a Francisco Ayala (03/11/1959)
3 de noviembre de 1959
Mi querido amigo:
Hace ya más de una semana recibí una carta del Sr. Capouya con el contrato, que devolví firmado en seguida. Me han dado un plazo muy generoso para completar la traducción, y todo se queda erreglado [sic]; falta nada más que el cheque, que prometieron para cuando recibieran el contrato firmado por mí –y lo más importante, lo único importante, que es el trabajo mismo. Tengo mucho ánimo para ello y me siento algo impaciente, por tener que terminar tantas cosas antes.
Le hubiera escrito inmediatamente después de recibir el contrato, pero llegó unas horas antes de mi salida por avión para Paris, donde estuve nada más que tres días. Y después de la vuelta, he tenido un diluvio de cartas absolutamente necesarios, de conferencias y no sé qué más. Total, hoy es la primera tarde libre. Perdone por lo tanto la demora.
Para que nunca falte la gota amarga, he tenido que reorganizar mi método de trabajo porque dos dedos de mi mano derecha, el índice y el del corazón, un poquillo artríticos desde años (cosa con la que me dejo un encarcelamiento en el año pum, es decir en 1933…) se han hinchado de tal manera que el doctor ha decretado un largo descanso sin escribir a máquina. Esta carta la escribo con los otros dedos, muy mal desde luego, por ser de los que teclean con cuatro dedos, dos de ellos los “incomunicados”; pero mi trabajo corriente ahora tengo que hacer con una máquina de dictar, de esas de cinta, y con la ayuda de una muchacha que luego lo copia y recopia. Sin esto, nunca acabaría –pero francamente, era la seguridad de tener tanto trabajo en el inmediato futuro que me ha animado a comprar el aparato, y el cheque de Macmillan servirá para pagarlo. Así ve usted la indirecta influencia que Muertes de perro ha tenido en mi existencia.
Le agradezco mucho su anterior carta con lo que dijo de Poldi Kulcsar. Y de mí. Espero y confío que en adelante se va a hacer más estrecho el contacto. Como usted dice, sin conocernos, tenemos otro amigo en común, José Mari Dominguez, que está en Roma desde unos años [sic]; he pasado mis vacaciones con él y su mujer, y espero volver a otra visita el año que viene. Pero no hago planes más allá de junio. Todo lo demás es fantasía, por ejemplo, la idea de irme por medio año a los Estados Unidos, si es que encuentro alguna universidad que me deje dar cursos. Hace dos semanas estuve en Cambridge para dar una conferencia sobre la joven generación de novelistas españoles, los de dentro del país. Probablemente me invitará la Spanish Society de la universidad a dar otra conferencia sobre los escritores del destierro. Entonces, claro está hablaría también de sus obras, tanto de La cabeza del cordero que Muertes de perro [sic]. No hay tantos novelistas ahora, a parte de Sender, tal vez Pablo de la Fuente, José Blanco Amor (nada importante, creo), Miguel de Castillo que escribe en francés, y Manuel Lamana. Si usted sabe algo sobre novelistas españoles entre los emigrados en esa, le agradecería cualquier información. La dificultad es que tendría que hablar sobre Arturo en lugar prominente.
Ahora, o sea, hace poco terminé la redacción y ordenación de un tomo de cuentos de él, y otro de sus ensayos sobre temas literarios españoles, ambos para una editorial de Madrid! No sé, y no sabe la editorial, si la Censura lo admitirá; desde luego, lo retiraré si quieren imponer mutilaciones serias. Siempre puedo publicarlo en América Latina. Pero creo que vale la pena hacer el experimento. Más tarde, después de terminar “nuestra” traducción, quiero empezar un libro que está en statu nascendi, medio autobiográfico y medio biográfico, sobre Arturo y sobre mi, o sea, mi colaboración con él, pero también sobre nuestras vidas a parte y juntos. Lo escribiré en inglés, claro. Pero si me sale bien, lo verteré yo misma en castellano crudo, para dejarlo luego revisar y alisar (no demasiado) por alguien castizo.
Bueno, ahora le he hablado demasiado sobre mis asuntos personales. Pero es mi ilusión que entre el autor y el traductor debe existir una comprensión mutua –si no es una traducción de “pan y mantequilla”, como la que estoy terminando y otra que me está esperando. Por lo tanto, le pido paciencia con mi inclinación hacia cartas parlanchinas.
Un saludo muy cordial de
Ilsa