Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (03/02/1963)
3 de
febrero de 1963
Querido
Ricardo:
Desde
hace varias semanas tenía intención de escribirte, y se me ha pasado el tiempo
sin hacerlo, primero porque me vi privado de máquina y ya se me ha olvidado el
arte de la caligrafía; y luego por no saber si estarías todavía en Texas o ya
en California. Ayer que pasó el dia con nosotros Manolo Gil, me dijo tener
carta tuya fechada en Los Angeles, y hoy por fin te escribo, sin tener, por
otro lado, nada muy especial, y mucho menos sensacional que comunicarte. Me
imagino que estarás abrumado de quehaceres, no ya como siempre, sino quizás más
que de costumbre, con el cambio de ambiente; pero eso no te exime de escribirme
una larguísima carta que hace tiempo espero, sin perjuicio de que soy yo, creo,
quien estoy debiéndote respuesta (lo creo así, aun cuando no estoy
completamente seguro).
En
estos días he estado leyendo el II y III tomos del libro de Nora y la Narrativa española fuera de España de
Marra-López, donde sales a relucir de varias maneras repetidas veces. Yo también me veo, y con mayor despliegue,
puesto que he reincidido contumazmente en la comisión de novelas, en semejantes
espejos, y no me quejo del trato que me dan, pero observo la incapacidad en que
se encuentran de reflejar todo lo que no tenga relación inmediata con nuestra
aldeana península. Los españoles que nunca estuvieron en América parecen
incapaces, en efecto, de captar su realidad; pasan por alto, con aprensión,
todo lo que no tenga que ver con los ambientes españoles. Es curioso.
Supongo,
Ricardo, que te llegaría en Austin un ejemplar de la nueva edición de Razón del
mundo hecha en México, y que, si es así, habrás echado una mirada al prólogo,
que es muy polémico, y donde reparto leña a varios amigos más o menos ilustres.
Lo de don Américo me parecía ya obligado, porque, con todo su mérito, este
hombre está cundiendo el disparate en forma dañosa, y era menester darle el
alto con algo más que meras insinuaciones, que desatiende, o con las pamplinas
patrióticas de Albornoz y demás merluzos. Creo que el viejo se habrá llevado un
gran disgusto y habrá montado en cólera, pero eso estaba previsto, y en lo
personal lamentado por mí de antemano, aunque considero la cosa bastante seria
para sobreponerse a ese tipo de consideraciones. Dime, con tu habitual
sinceridad, lo que te parezca de todo esto.
Creo
–y esto lo hablamos ayer con Manolo– que no será aquí, sino en Madrid, donde
nos encontraremos todos en junio, pues nosotros pensamos ir para allá no bien
terminen las clases. Tengo intenciones de comprar en Madrid un pisito... pero
no voy a hablarte de estos planes que pertenecen más bien a la divagación de la
charla que a los términos siempre reducidos de una epístola, siquiera sea
redactada en prosa vil. Creo que los Enjuto también concurrirán a la Puerta del
Sol y sus aledaños para esas fechas.
No
hago nada en estos dias, digo nada que me importe de veras. He escrito varios
artículos de encargo, pero no es por eso el no producir nada de creación, sino
porque, la verdad sea dicha, nada se me ocurre por el pronto. En cambio, darle
al molinillo de la política, de la crítica, etc., ya le doy, para alimentar las
voraces prensas.
Escribe
pronto, pues tienes quien te ayude mecanográficamente a pedir de boca.
Recibe
un fuerte abrazo (y saluda a Sánchez Reulet y demás amigos de ahí cuando los
veas en nombre mio)
Ayala.-