Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (14/06/1967)
Madrid 14 de junio de 1967
Mi querido Ricardo:
Contesto a tu carta del dia 2, ahora que ya estarás, según
me dices, haciendo tu curso de verano en Iowa. Ojalá que lo pases bien.
Yo ahora estoy “fijo” en Madrid, pues ha llegado mi familia
completa y, con la niña pequeñita, no es cosa de pensar en viajes. Trataré de
cumplir mis proyectos de trabajo, y veremos si puedo sacarle algún fruto
literario al verano madrileño. Hasta ahora, nada; pero tampoco he tenido
oportunidad (ni ganas) de ponerme a intentarlo. En los próximos dias lo
procuraré.
Una de las cosas que me han ocupado y cabreado en las
semanas pasadas fue el asunto de mi edición de Obras Narrativas en Aguilar.
Este poderoso editor, como todos, sin excluir al comunistoide Barral, presentan
los originales a la consulta voluntaria, y ésta, claro está, cumple su oficio,
desaconsejando una cosa u otra. En mi caso vetaron La cabeza del cordero, aceptando todo el resto, es decir, muchas
cosas que antes habían eliminado, y al parecer dándo fórmulas tales como
dividir en dos volúmenes la publicación y dejar la obra objetada para un
segundo, que ya no tendría dificultad. Los editores prefieren (dado que yo,
naturalmente, me niego a cambiar una coma en los textos, que era otra de las “sugestiones”)
imprimir el libro en México, como va a hacerse. Y yo contaré esto, o diré cuál
es la situación, tanto en un prólogo a la edición del susodicho libro que hace Prentice-Hall
como en una interview que le he dado a Mundo
Nuevo. Lo que me fastidia de todo es que la culpa ya no es de las
autoridades oficiales, sino de la gente, en este caso los editores, en quienes
los muchos años de régimen han puesto mataduras y burujones que ahora, al
levantarse un tanto los aparejos de la censura, quedan bien al descubierto. Y
da asco la cobardía y la obsecuencia con que proceden, con un miedo infundado,
pues les pasa como a la modistilla que dio el mal paso en el poema de
Almafuerte: “y lo que es más grave, sin necesidad”. Bueno, ya me he desahogado
un poco; a otra cosa.
Veo que estás por fin resuelto a cambiar de universidad. Me
parece que sería, en efecto,razonable y oportuno, por un conjunto y conjunción
de circunstancias que no es necesario detallar, pues las conoces perfectamente.
Creo que debes preparar el salto con mucho cuidado, para instalarte ya en el
sitio donde quieras continuar indefinidamente, que supongo será Nueva York. Si
haces saber que esta vez estás dispuesto a aceptar lo que te resulte
conveniente sin consideraciones sentimentales, no tardarán en ofrecerte algo
aceptable en cualquiera de las universidades del área. Pienso particularmente
en Columbia, donde no tienen a nadie. Para el primer semestre han invitado (por
sugestión mía) a Aubrun, pero el problema está planteado, y en cuanto a sueldo,
ya estarán convencidos, supongo, de que hay que ponerse en condiciones de
competir si quieren tener a alguien que no sea una nulidad. Tenme siempre al
tanto de todo, para ver si te puedo echar una mano. Debo decirte que la última
gestión de tu pariente en NYU fracasó, y tenía que fracasar, pues él echó tu
nombre de nuevo como una baza en su competencia a muerte con Starr, que –tonto
y todo– es una buena persona o por lo menos más decente en su ingenuidad que el
otro, empeñado en llevar adelante sus intrigas. Es fácil que esa pelea haga
saltar a ambos, pero más probablemente a Molina. Y te diré que todo esto lo sé,
sobre todo, por el propio Molina. Su recomendación es, hoy por hoy,
contraproducente.
A Martínez López lo he visto el otro dia; estuvimos tomando
café juntos en la tertulia del Lyon. Está radiante de felicidad madrileña.También
veo a Cano, y a otros amigos. Dime si quieres algo de aquí, pues no pienso
moverme hasta principios de agosto en que quizás vaya a Puerto Rico. Y
escríbeme de todas maneras, para que nos mantengamos en contacto.
Ecibe [sic] un fuerte abrazo de
Ayala.-