Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (15/09/1962)
15 de
septiembre de 1962
Querido
Ricardo; Aunque esta mañana recibirías de la mano cariñosa de Agnes Moncy un
mensaje mio, al recibir ahora tu carta vuelvo a escribirte para completar tu
información. Ya te decía que a Manolo fui yo a buscarlo, pues Pane no podía; se
encontraron en mi casa, y luego se lo llevó a New Brunswick donde le ha buscado
alojamiento en casa de un profesor que habla español.
Yo
le escribí a Jorge, por quien acababa de saber de ti, dándole el recado de que
debías hacer escala en Nueva York, siquiera por un dia, con lo cual nos
hubieramos reunido todos a yantar con el viajero procedente de la Madre Patria.
Mi recado llegó tarde, y temo que de todos modos no me hubieras hecho caso.
Tanto como me gustaría charlar contigo… En fin, será, a fin de año.
Lo
que me dices sobre El fondo del vaso me
llena de alegría, y no veo el momento de leer lo que escribas acerca de la
novela. Ferrater Mora me ha escrito una carta de entusiasmo delirante,
considerándola también como mi mejor cosa, y en igual estado de ánimo veo a
Casalduero, que parece apreciarlo mucho. Bueno, me alegro de haber acertado.
Un
estudiante de la Univ. de Washington, que estaba haciendo su tesis doctoral
sobre mis obras de invención, la ha concluido y me ha enviado en estos dias un
ejemplar. La encuentro muy bien hecha, realmente fina en sus análisis, que por
lo demás afectan al aspecto literario, de composición e idioma, dejando casi de
lado el ‘sentido’. Es un muchacho brillante, que ahora empieza a enseñar en la
Univ. de Buffalo. Supongo que cuado publique el libro tendrá que añadir un
nuevo capítulo para El fondo del vaso.
Te
devuelvo firmada la autorización. Pero, viendo que has elegido “El hechizado”,
se me ocurre que quizás no hayan visto la antología de Anderson-Imbert y otro,
preparada para Appleton con el título Veinte
cuentos españoles del siglo XX,
donde precisamente han incluido “El hechizado”, que además figura, traducido al
inglés, en Great Spanish Stories de
la Modern Library. Si no te importa, o.k.; pero quizás no lo sabías, y al
enterarte prefieras sustituir ese cuento por otro, que podría ser uno
cualquiera, del volúmen Los usurpadores, o
bien “El prodigio”, cuya copia te incluyo, aunque éste, por sí solo, quizás da
idea escasa o desconcertante de esa linea mia. En fin, haz como mejor te
parezca.
Cuando
supe la muerte de Panero, lo lamenté, y pensé sobre todo en el efecto que a tí
debía de haberte causado, siendo tan amigos.
¿Cómo
no me avisaron de que el maestro del apellido femenino plural estaba en Puerto
Rico? Hubiera ido yo, presuroso, a escuchar sus sabias enseñanzas. Respecto de
sus perspectivas de ser embajador, no es que le falten cualificaciones (pues
podría siempre decir como aquel gobernador de Asturias: “Otros más burros que
yo lo han sido”), sino que, a lo mejor, la recomendación de Jaime Benítez no
basta para que lo nombren.
Bueno,
ya que no fui a mejorar mi standard con el trato del filósofo (cosa que me
hubiera dejado quizás algún rato libre para partir contigo), ni tu haz [sic] venido a Nueva York, escríbeme, por
lo menos, una carta larga, en la seguridad, siempre renovada por sucesivas
experiencias, de que contesto sin demora y con largueza.
Un
abrazo muy fuerte de
Ayala.-
[Escrito
a mano:] Esta epístola es una porqueria. Perdona su piojoso estilo.