Carta de Gonzalo Sobejano a Francisco Ayala (22/10/1972)
22 Octubre 1972
Sr. Don Francisco Ayala
Chicago
Querido don Francisco:
Muchas gracias por su carta y por la generosa recomendación
que envió a Filadelfia, así como por la copia de ésta, cuyo juicio, por venir
de usted, me envanece mucho.
Nada sé todavía de la Pittsburgh University Press. La razón
es que aún no han tenido un "meeting" (lo iban a tener pero se había
aplazado) en el que pensaban discutir si seguían publicando obras traducidas,
como hasta aquí han hecho en cierta proporción, o no. De esto sólo depende,
pues interés desde luego mostraron (el chairman les llevó la edición de
Prentice Hall de La cabeza y además
añadió, por si faltaban datos, lo del Premio de la Crítica). Esperaré el
resultado. Si esto fallara, escribiré a la Temple University, porque el otro
día me llamó un señor de allí para preguntarme (como a usted) por los libros de
Laín, y yo le dije que mejor podía juzgarlos, por ejemplo, López-Morillas, no
siendo yo filósofo, antropólogo ni historiador de la Medicina. Aprovecharía
este contacto para proponer el libro de la Sra. Wiseman, en caso de que en
Pittsburgh no fuera posible. En cualquier modo, me convendría conocer nombre
completo y señas de la Sra. Wiseman, a fin de que la propuesta pueda ser más
concreta.
En cuanto a Benavides, me dijo un colega de aquí hace días
que en Buffalo buscaban, o buscan, un profesor de literatura hispanoamericana.
Podría indicarle usted que se dirigiera a aquella Universidad. Lo de Filadelfia
era cosa de poca entidad y más bien para un joven que empezase (creo que
Benavides no está en este caso).
Veremos qué sucede con Confrontaciones.
En España parece que están dimitiendo rectores y decanos y que hay
departamentos cerrados. ¿Supo usted la muerte del hijo menor de Carmen Zulueta?
¿Y el asesinato de un Urgoiti, sobrino de Graciella, primo de Marisol?
Pensamos en Filadelfia con cierta inclinación, aunque aquí no
podemos quejarnos, pero a veces no basta no poder quejarse. Todo está
indeterminado por ahora.
Muchas gracias otra vez, afectuosos recuerdos de Helga, y,
espero que hasta muy pronto, que volveré a escribirle, un abrazo de su amigo