- FECHA
- 03/10/1959
- REMITENTE
- Francisco Ayala
- DESTINATARIOS/AS
- Ilsa Barea
- DESTINO
- S.l.
- ORIGEN
- Nueva York
- FICHA DESCRIPTIVA
[Carta mecanografiada]
- DEPÓSITO DEL ORIGINAL
- Fundación Francisco Ayala
Carta de Francisco Ayala a Ilsa Barea (03/10/1959)
N.Y., 3 de octubre de 1959.
Mi querida amiga: Me encuentro su carta al regresar, para el fin de semana, de Bryn Mawr, cerca de Filadelfia, donde trabajo, y no quiero decirle cuanta alegría me ha proporcionado el ver que las cosas están en camino de concertarse. El lunes, antes de marcharme, trataré de hablar con Capouya, con objeto de convencerlo, si tiene dudas respecto de la tarifa que usted le menciona, de que vale la pena tener una traducción como sólo usted es capaz de hacerla. Creo que ésa sería la única objeción, dado que el plazo establecido por usted es prudencial y se tiene la seguridad de que habrá de cumplirlo.
Por las observaciones que usted hace acerca de la índole del trabajo, ya he visto con satisfacción hasta qué punto ha penetrado usted en los problemas de estilo que la novela encierra. Ya quisieran muchos críticos haberse dado cuenta; no ha faltado inocente que, elogiando mucho el libro, lo ha considerado como de una técnica desprovista de toda complicación… En cierto modo, esta opinión resulta, paradójicamente, halagüeña para el autor.
Así, pues, yo también espero –hope– que sea usted la traductora. Supongo que la editorial querrá hacer del libro un éxito (y en cierto modo, ésa es la prisa, pues parece que el momento es oportuno, dadas las circunstancias hispanoamericanas); razón de más para que paguen decentemente la traducción. Si yo he podido hablar con Capouya antes de irme, le pondré todavía una coletilla al final de esta carta, que no he de cerrar hasta el último momento, diciéndole a usted lo que haya.
Y si, en efecto, llegara a venderse bien, sería cuestión, seguramente, de traducir algunas de mis otras cosas, como La cabeza del cordero, que usted menciona tan amablemente.
En efecto, conocí a Leopold Kulcsar, fuí amigo suyo y asistí a su muerte. Era un hombre excelente, y siempre nos habló de usted con respeto y entusiasmo; inclusive nos contó la entrevista con ustedes, tal cual luego había de relatarla Arturo en su libro. En cierto modo, mi amistad hacia usted pasa a través del recuerdo de aquellos años inolvidables y sin embargo, tan amargos de recordar.
Dígame –suponiendo siempre que el trato se cierre con Macmillan– si quiere que le remita otras cosas mías, y si le conviene recibir, o no, algunos de los comentarios que se han escrito sobre Muertes de perro. Como cada cuál conoce sus propios métodos, a lo mejor prefiere usted manejar directamente con el libro, y le resultan perturbadores otros elementos interpuestos. Si, por el contrario, piensa que pueden serle de ayuda, se los remitiré enseguida.
5 de octubre 1959
El Sr. Capouya no va hoy a su oficina. De modo que, en lugar de hablarle, le dejo una carta recomendándole que escriba a usted y cierre el convenio. Supongo que lo hará, aunque temo que tarde dias, pues parece siempre muy atareado. De todos modos le digo también que venga a almorzar a casa el domingo próximo, y si lo hace, sabremos cómo están las cosas.
Saludos muy cordiales de su buen amigo